miércoles, 31 de agosto de 2011

justo ese maullido

Por qué justo esa noche? cuantas veces habré cruzado esa calle sin que nada pase, ¿por qué justo esa vez tuve que escuchar ese maullido? como apuñalado, el quejido de un gato me erizó la piel. Aunque miré nervioso para todos lados, no pude ver al animal. Se me aceleró el corazón, que ya venía acelerado. Y antes de poder ingresar la llave en la cerradura, me desvanecí.