sábado, 7 de junio de 2014

¿Feliz día del periodista?

No me parece que sea un "feliz día". Va a ser un feliz día cuando dejen de existir papelones como los de la carta del Papa, cuando se cuestione al poder pero checkeando las fuentes como corresponde, con información certera y verdadera. Va a ser un feliz día cuando los periodistas más importantes sean los que trabajan a conciencia, sabiendo el poder y la responsabilidad que tienen al elegir qué hecho es noticia y qué hecho no. Va a ser un feliz día cuando la mayor parte del periodismo de nuestro país se parezca más a Mariano Moreno y Rodolfo Walsh que a Jorge Lanata y Orlando Barone.

viernes, 20 de julio de 2012

El néctar de la locura

Terminamos de beberlo. Verde, exótico, brilloso, fuego. Por alguna razón yo me lo tomé (en sentido figurado y literal) más en serio que los demás. Mientras el clima era festivo y de excesos, yo, que empezaba a vivir la realidad en una especie de "stop-motion" y constante dejá-vu, me quedaba en mi lugar sintiéndome de alguna manera expuesto. Mi campera no me abrigaba, y pensé que lo mejor era irme de allí.

En la calle, el silencio de la noche se imponía avasallante. Con la poca luz, ni siquiera mi sombra me hacía compañía. Las veredas se burlaban de mí, moviéndose por debajo mío como una cinta de correr, para que mi caminar no me dejase avanzar como yo quisiera. Cada esquina, cada calle cruzada, eran como una meta, como un "checkpoint" en algún viejo videojuego de carreras de autos de algún viejo local de fichines. Podía escuchar a lo lejos la risa del diablo, si es que existe.

Me acercaba cada vez más a mi casa, los únicos rostros que veía eran los que pasaban pegados a las ventanillas de esos casi vacíos colectivos. Todos ellos, desde su asiento, a través de los vidrios asquerosamente empañados, posaban sus miradas en mí.

Empecé a girar, o quizás giraba el mundo. Algún cruel titiritero me había elegido para ser el protagonista de su macabra presentación.

El tiempo era indiferente, de a ratos pasaba y de a ratos no. Yo no seguía su juego, seguía mi camino. Solo mi taquicardia y yo; cada vez más, mi corazón se aceleraba.

Última esquina. Una cuadra más y (tal vez) todo terminaría. Otra vez, el titiritero me jugaba una mala pasada y ahora hacía que todo pasara más velozmente por mi lado, o tal vez yo corría.

Casi con fiebre, esquivé unas bolsas de basura que apestaban y me lancé a cruzar la calle hasta la puerta de mi casa.

Por qué justo esa noche? cuantas veces habré cruzado esa calle sin que nada pase, ¿por qué justo esa vez tuve que escuchar ese maullido? como apuñalado, el quejido de un gato me erizó la piel. Aunque miré nervioso para todos lados, no pude ver al animal. Se me aceleró el corazón, que ya venía acelerado. Y antes de poder ingresar la llave en la cerradura, me desvanecí. 


miércoles, 18 de julio de 2012

Amor pasajero #2


Allí estábamos los dos, uno frente al otro. Vos en una especie de trance, oscilando entre el sueño y la vigilia. Yo con mis ojos fijos en tu cara, mirando de reojo los pechos que inflan tu sueter, bajando a veces la vista hasta tus pequeños pies, para luego volverla a subir lentamente y apreciar todo tu cuerpo arropado. Cada tanto tus ojos se abren, y aunque tu mirada no es dulce, es hermosa; mirás para un lado, mirás para el otro, y ya no cerrás los ojos de nuevo. Me pongo nervioso, no se si estoy listo para que nuestras miradas se crucen, así que cada vez que girás tu cabeza, yo desvío nerviosamente mi mirada. Y la deposito, por ejemplo, en aquel corpulento pelado que aprieta sus ojos con fuerza, suplicándole quién sabe a qué deidad por un poco de descanso; su cuerpo es enorme, tan grande como las ganas de conciliar ese pequeño rato de sueño.


Vuelvo a vos, que ya mirás para otro lado, cuando suena el timbre de Carranza, la última estación antes de mi destino. El timbre suena y yo me angustio. No quiero separarme de vos ni un segundo más en esta vida, fuimos hechos el uno para el otro y no me parece un final justo que yo me baje en Juramento y vos sigas hasta Congreso de Tucumán para dejar inconclusa esta historia que es la historia de nuestras vidas. Ay, amor pasajero, por qué eres tan cruel!


Llegamos a Cabildo. Pese a mi angustia, a mi desesperación, vos también bajás aquí. Mis ojos brillan, te sigo con la mirada y me paro cerca tuyo esperando que la puerta se abra y nos libere de ese vagón hacinado para que nos demos la mano y corramos juntos por Juramento, hasta Ciudad de la Paz, y luego hasta el hotel alojamiento que está enfrente de una iglesia. Mientras pienso esto, camino detrás tuyo. Tu andar es un poco chueco, pero cautivador. Quiero alcanzarte, tocarte el hombro, decirte todo lo que me pasa y que vos, llorando, me abraces y me digas que te pasa lo mismo. Acelero, me acerco, estoy a punto de estirar mi brazo, pero no puedo llegar a vos. Ya no soy yo quien impulsa mis pies, sino una cinta metálica que se desplaza por debajo nuestro, elevándolos de manera escalonada hasta allí, donde el mundo asoma.


Ya pensé las palabras exactas, apenas recupere el control de mi caminar lo haré: te tomaré del brazo, pondré tu cara cerca de la mía y lanzaré esa frase que nos una para siempre, que dé oficialmente comienzo a este amor, que ya comenzó mas o menos cuando íbamos por Bulnes.


Aprieto mis puños, también mis dientes. Se acerca el final de la escalera mecánica y también mi momento de gloria. Levanto mi pie izquierdo y recupero mi caminar, que se dirige hacia ti. Nada puede fallar, es nuestro destino afrontar este amor y lo sabés, no podrás esquivarlo, excepto que sigas derecho por Cabildo...y eso hacés. Seguís derecho por Cabildo y me dejas en el abandono a mí, que tengo que bajar por Juramento, plantado en una de las esquinas más populares de capital. Me dejas sólo y sin alma, y con mis palabras en la garganta, palabras que ahora me queman por no haber salido en el momento justo, tal vez cuando quedó un asiento libre a tu lado en Plaza Italia.


Y así, agachando la cabeza, cuando ya te mezclaste con la gente, maldito amor pasajero, yo me voy por Juramento, jurando jamás olvidarte, jurando que nadie ocupará tu lugar. El día está frío y soleado, pero yo estoy de luto por este amor.


(continuará, quizás)

viernes, 13 de julio de 2012

Amor pasajero #1

Levanto la vista y allí aparecés. Tus ojos se van cerrando de a poco, pero llegamos a cruzar una mirada. De la más suave manera, tus parpados se pegan y te relajás; tu boca murmulla algo pero no logro oírlo, ¿me estarás diciendo que me amás?
Faltan nueve y no puedo quitar mi mirada de tus ojos dormidos. Sonreís, disimuladamente pero sonreís; sabés que te miro y hasta quizás sabés lo que pienso.Me gustaría estar más cerca de tu cuerpo, pero no quiero interrumpir ese fugaz descanso en el que te sumergís.
"¿Cuánto falta?" pregunta una parte de mí en voz muy baja, mientras el resto de mi ser se concentra casi de manera obsesiva en percibir cada movimiento de tus ojos, que a veces se abren; de intentar imaginar, sin sentirlo, qué tan suave será tu piel. En el medio de aquella y de aquel, sos una joya en el barro.
Otro timbre más, faltan tres. ¿A dónde irás, amor pasajero?

(continuará)

lunes, 31 de octubre de 2011

damn

Cuando menos te esperaba, apareciste. De dónde saliste!? Poco importaba. Nos reímos, quizás nos dimos la mano y hasta algún beso. Era como si lo malo nunca hubiera pasado. Pero yo sospechaba, el ambiente era raro. Y finalmente me quedé con un gusto amargo, cuando de una vez por todas desperté.
La verdad, más allá de esta traición del inconciente, no quiero ni tus besos, ni tu mano, ni tus risas. Pero no voy a ser hipócrita, hay algo que sí me gustaría mucho. Preguntarte cómo estas.

lunes, 5 de septiembre de 2011

hoy

estaba en la sala de prensa de Racing, y cayó un grupo de nenes promedio 8-9 que estaban haciendo una visita al estadio, no entendí bien. la cuestión es que yo estaba sentado, una nena se acerca y me dice "hola!" y me saluda con un beso.

no me avivé de pedirle el celular...

sábado, 3 de septiembre de 2011

Volvió el León Blanco




Y un día, una tarde soleada de Quilmes, se lo vio volver. Con su melena brillosa, sus dientes afilados y con esa franja azul que cruza su pecho, el gran León Blanco volvió.
Volvió y fue contundente, porque supo aguantar las embestidas en contra, supo mantenerse en pie, y no perdonó cuando le dieron la chance.
Hablando de una manera más literal, el Mixtilenio volvió a las canchas. Con Emiliano en el arco; dos regresos en la defensa, Lucas Pando y Gabi; Rodri, Mauro y Pigu en el medio; Lucas Ruybal, el 9 del Mixti, arriba y Fede de único relevo.
El rival: Los Magos, que con ningún truco pudieron vulnerar el arco de Emiliano Mourinho, aunque los primeros minutos eran duros. Pero había una consigna...Confianza. Confianza en el equipo, confianza en los compañeros, confianza en uno mismo. Y el León Blanco empezaba a tener las más claras, aunque sin poder acertar el último paso. Pero en el ida y vuelta, nos encontramos con un córner más; y en el tumulto, el arquero Mago se olvidó el conjuro, y cometió una terrible pifia para que Mauro Cools, con la 5 en su espalda, pusiera el 1 a 0.
Termina el 1er tiempo, el Mixti estaba cansado y se había replegado un poco: pero no había que ceder, había que demostrar que no era casualidad el resultado, y Fede comenzaba el segundo tiempo en el lugar de Rodri para aportar un poco de piernas frescas en el equipo.
Los Magos intentaban sacar un conejo de la galera y avanzaban de cualquier forma, pero toparon siempre con la seguridad de Lucas Pando y Gabi Naone. Destacado este último que, muy atento luego de quitar una pelota, la envió en profundidad para que Pigu controle, habilite a nuestro 9 que, luego de gambetear al arquero, puso el 2 a 0. Grito de gol, calma, y algún pequeño sobresalto ante la arremetida (cada vez mas desesperada) del equipo rival.
Finalmente el pitazó llegó. Se jugó bien, se empezó un torneo ganando y para la semana que viene el rival será Canelones.
El León se quedó con hambre. Se los comerá con salsa?