lunes, 31 de octubre de 2011

damn

Cuando menos te esperaba, apareciste. De dónde saliste!? Poco importaba. Nos reímos, quizás nos dimos la mano y hasta algún beso. Era como si lo malo nunca hubiera pasado. Pero yo sospechaba, el ambiente era raro. Y finalmente me quedé con un gusto amargo, cuando de una vez por todas desperté.
La verdad, más allá de esta traición del inconciente, no quiero ni tus besos, ni tu mano, ni tus risas. Pero no voy a ser hipócrita, hay algo que sí me gustaría mucho. Preguntarte cómo estas.