viernes, 2 de septiembre de 2011

lo que soñé en la siesta (en crudo)

Vendiendo juegos de Xbox en la cancha de Racing. Un tipo se queja de que no le anda uno. Lo revisamos. De pronto, estoy adentro. Yo soy el rojo, mi compañero el azul (o viceversa). Las flechas indican que yo tengo que ir en una dirección, él en otra. Me encuentro con una estructura extraña, pero rearmable, materiales muy finos; estéticamente es espectacular. De pronto viene mi compañero, me interrumpe mientras yo quitaba unas barras de metal para armar una escalera. Me dice que lo acompañe a su sector, que necesitaba ayuda.

De pronto, un jardín de plantas enormes y de todos los colores. Una pileta con las plantas más exóticas y hermosas del mundo, pero mi amigo me advierte que debajo se encuentra un nicho de cadáveres, que es peligroso. Me atrevo a juntar algunas de estas plantas, una música, quizás oriental, acompañaba la secuencia. De pronto, siento un dolor interior. Me convierto en una planta.

Quizás haya alguna laguna en el medio, pero ahora estoy en San Bernardo. Una mujer me explica que la espiritualidad debe estar en equilibrio para poder lograr la plenitud en sitios como el que yo había estado.

Anduve un poco en bicicleta, otro rato fui a la playa.

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